Hoy hablamos de un cultivo icónico. El tomate es probablemente la fruta más difundida en todo el mundo y, también, una de las de mayor valor económico. Su demanda aumenta continuamente y con ella su cultivo, producción y comercio. El incremento anual de la producción en los últimos años se debe principalmente al aumento en el rendimiento y, en menor proporción, al aumento de la superficie cultivada.

La historia del tomate comenzó en Sudamérica, en la zona costera de Perú, aunque otras fuentes plantean que surgió en el sur de México, con los Aztecas, alrededor del año 700 A.C.

La palabra tomate deriva de la palabra en nahuatí (lenguaje hablado por los aztecas) “tomatl” y, aunque muchos lo discutan, es una fruta. Esta hortaliza viajó desde Perú en 1519 a España atravesando el Atlántico.

Algunos de los principales tipos de tomate (aunque hay muchos en los mercados mundiales), son los siguientes:

Tipo Beef. Plantas vigorosas hasta el 6º-7º ramillete, a partir del cual pierde bastante vigor coincidiendo con el engorde de los primeros ramilletes. Frutos de gran tamaño y poca consistencia. Producción precoz y agrupada.

Tipo Marmande. Plantas poco vigorosas que emiten de 4 a 6 ramilletes aprovechables. El fruto se caracteriza por su buen sabor y su forma acostillada, achatada y multilocular, que puede variar en función de la época de cultivo.

Tipo Vemone. Plantas finas y de hoja estrecha, de porte indeterminado y marco de plantación muy denso. Frutos de calibre G que presentan un elevado grado de acidez y azúcar, inducido por el agricultor al someterlo a estrés hídrico. Su recolección se realiza en verde pintón marcando bien los hombros.

Tipo Cocktail. Plantas muy finas de crecimiento indeterminado. Frutos de peso comprendido entre 30 y 50 gramos, redondos, muy sensibles al rajado. También existen frutos aperados para consumo principalmente en fresco.

Tipo Cherry. Plantas vigorosas de crecimiento indeterminado. Frutos de pequeño tamaño y de piel fina con tendencia al rajado, que se agrupan en ramilletes de 15 a más de 50 frutos. Sabor dulce y agradable. Existen cultivares que presentan frutos rojos y amarillos. El objetivo de este producto es tener una producción que complete el ciclo anual con cantidades homogéneas. En cualquier caso, se persigue un tomate resistente a virosis y al rajado, ya que es muy sensible a los cambios bruscos de temperatura.

Tipo Ramillete. Cada vez más presente en los mercados, resulta difícil definir qué tipo de tomate es ideal para ramillete, aunque generalmente se buscan las siguientes características: frutos de calibre M, de color rojo vivo, insertos en ramilletes.

El tomate es un cultivo muy sensible tanto a la falta como al exceso de humedad en el suelo, por lo que en invernadero habrá que recurrir al riego (normalmente por goteo). Al aire libre, y dado que el tomate se cultiva normalmente en las épocas más secas del año, también es esencial cuidar el riego del cultivo.

¿Conoces las necesidades y requerimientos que debe tener un buen sistema de riego para el cultivo del tomate?

En este artículo vamos a explicártelo con detalle, pero antes conozcamos un poco más sobre el cultivo de esta solanácea (Solanum lycopersicum).

El cultivo del tomate: Algunas pinceladas sobre los principales requerimientos edafoclimáticos.

El tomate es menos exigente en temperatura que la berenjena y el pimiento. La temperatura óptima de desarrollo oscila entre 20 y 30ºC durante el día y entre 1 y 17ºC durante la noche; temperaturas superiores a los 30-35ºC afectan a su fructificación.

La maduración del fruto está muy influida por la temperatura en lo referente tanto a la precocidad como a la coloración, de forma que valores cercanos a los 10ºC así como superiores a los 30ºC originan tonalidades amarillentas. No obstante, los valores de temperatura descritos son meramente indicativos, debiendo tener en cuenta las interacciones de la temperatura con el resto de los parámetros climáticos.

A nivel de humedad, el valor óptimo oscila entre un 60% y un 80%. Humedades relativas muy elevadas favorecen el desarrollo de enfermedades aérea, el agrietamiento del fruto y dificultan la fecundación, debido a que el polen se compacta abortando parte de las flores. El rajado del fruto igualmente puede tener su origen en un exceso de humedad edáfica o riego abundante tras un período de estrés hídrico. También una humedad relativa baja dificulta la fijación del polen al estigma de la flor.

El cultivo del tomate no es muy exigente en cuanto a suelos, excepto en lo que se refiere al drenaje, aunque prefiere suelos sueltos de textura silíceo-arcillosa y ricos en materia orgánica. No obstante, se desarrolla perfectamente en suelos arcillosos enarenados. En cuanto al pH, los suelos pueden ser desde ligeramente ácidos hasta ligeramente alcalinos cuando están enarenados.

Las variedades cultivadas bajo invernadero toleran mejor las condiciones de salinidad tanto del suelo cómo del agua de riego.

¡Conoce nuestras tuberías para riego por goteo!

¿Qué tipo de riego requiere el cultivo del tomate?

El riego es un factor fundamental en el cultivo del tomate. La disponibilidad de agua es importante durante todo el ciclo del cultivo, pero especialmente cuando las plantas están en la fase previa a la formación de los frutos o en días de mucho calor. En las variedades indeterminadas ―de producción escalonada―las necesidades serán más estables a lo largo de todo el ciclo, ya que la floración no cesa.

El caso de cultivo protegido o en lugares donde las lluvias son escasas y es previsible que el suelo no tenga el grado correcto de humedad, se deberá realizar un riego de saturación ―se le aporta al suelo toda el agua que puede retener― antes de realizar el trasplante de las plántulas de tomate al terreno. En invernadero, se calcula que las necesidades de agua son la tercera parte en comparación con el mismo cultivo al aire libre.

Riego por goteo de los tomates: horas y cantidad de agua.

¿Sabías qué, en invernadero, las necesidades de agua son un 60% menor en comparación con el mismo cultivo al aire libre?

En el cultivo de tomate bajo invernadero, el aporte de agua y gran parte de los nutrientes se realiza de forma generalizada mediante riego por goteo.

En el cultivo de tomate, el riego por goteo permite ahorrar mucha agua y dosificar tanto la cantidad de agua aportada como el tiempo de riego. Además, el suelo se humedece de manera más gradual sin alterar la estructura del suelo.

¿Sabías qué el consumo de agua diario estimado de una tomatera adulta está entre 1.5 y 2 litros? (Aunque depende de las condiciones climáticas)

Desde Gestiriego te ofrecemos una solución integral de riego en el cultivo de tomate. ¿De qué puedes disponer?

• Nuestra cinta de riego CINDRIP y CINTAPE, la cinta de riego que garantiza una gran resistencia y uniformidad en cultivos al aire libre estacionales, incorpora en su interior emisores planos de régimen turbulento (CINDRIP) o laberinto turbulento (CINTAPE) que garantizan una homogeneidad completa en sus caudales y gran precisión en el caudal emitido.

• La tubería con gotero INTERLÍNEA de Gestiriego, para un cultivo protegido libre de obstrucciones y una excelente uniformidad en su emisión.

• Tubería con gotero integrado CEODRIP, un clásico de nuestra marca. La calidad de este gotero corto turbulento lo avalan sus 25 años de experiencia, libre de obstrucciones, resistente y uniforme. Ideal para el cultivo protegido del tomate.

• Nuestros nuevos KITS DE HIDROPONÍA, cuyo flujo de presión compensado garantiza un caudal constante a diferentes presiones de entrada y la distribución homogénea del agua y de nutrientes. Estos conjuntos nacen pensados para el riego en invernaderos, viveros, macetas y/o contenedores.

¡Además de nuestros accesorios para dichas opciones de riego!

CURIOSIDAD | La fertirrigación carbónica

Consiste en el uso de agua carbonatada para el riego del tomate. El agua carbonatada se consigue mediante la inyección de CO2 a presión en la tubería principal de manera que al disolverse en el agua de riego produce ácido carbónico que reduce el pH del agua y origina diversos bicarbonatos al reaccionar con carbonatos y otras sales presentes en el agua.

El agua carbonatada recibe a continuación los fertilizantes habituales para el riego cuya solubilidad mejora en un agua ligeramente ácida. Para aportar CO2 al sistema de riego hay que tener en cuenta la presión de la línea de agua de riego, la distancia del punto de inyección de CO2 al primer gotero, la temperatura del agua, el sistema de difusión del CO2 en el agua y la cantidad de CO2 por litro de agua.

La utilización del agua carbonatada es rentable en el cultivo del tomate; encontrándose la dosis óptima en torno a los 0.20 g de CO2/l, se ha estimado que produce mayores rendimientos de cosecha y también un mayor tamaño medio de los frutos.

¿Cultivas tomate, al aire libre o bajo invernadero?

En GESTIRIEGO podemos ayudarte y darte el asesoramiento necesario para instalar el sistema de riego más adecuado para tu cultivo, pero también, ayudarte a convertir o modernizar tu sistema de riego actual.

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